La competitividad de la eólica, un tema controvertido en la UE

30/05/2012

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«La Unión Europea planea eliminar las primas a las energías solar y eólica» fue un titular aparecido la semana pasada en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, del que se hicieron eco algunas publicaciones anglosajonas. La noticia estaba bastante alejada de la realidad y no tenía en cuenta múltiples factores.

El artículo afirmaba que el documento de estrategia que el Comisario de Energía, Günther Oettinger, presentará el próximo mes en Bruselas incluirá planes para eliminar lo antes posible las ayudas a la energía solar y eólica. Faltaban por mencionar tres elementos vitales, que destaca la Asociación Europea de Energía Eólica (EWEA) en su blog:

1. El documento de Estrategia de la Comisión Europea que se presentará el próximo mes trata sobre la política de energía renovable a partir de 2020. Por lo tanto, es seguro afirmar que si se está pensando en la eliminación gradual de incentivos a la energía renovable será a partir de 2020.

2. Es importante distinguir entre las tecnologías renovables maduras como la eólica terrestre, y las más incipientes, como la energía eólica marina, que es muy posible que necesite apoyo después de 2020.

3. Lo que es necesario es una eliminación gradual de las ayudas para todas las fuentes de energía maduras. La propia Comisión Europea reconoce que los combustibles fósiles reciben cuatro veces  más incentivos que todas las energías renovables.

La energía eólica es cada vez más competitiva. Por lo tanto, la eliminación gradual del apoyo sería posible en la UE después de 2020 en tanto en cuanto se hiciese de una manera bien planificada y transparente; en ningún caso de golpe o de forma retroactiva.

La industria eólica sabe que el apoyo de los gobiernos puede y debe llegar a su fin, pero cuando llegue el momento adecuado. En el caso de España, el debate ha llegado antes de lo previsto, acelerado por la crisis económica. Nuestro Gobierno debe decidir ahora si quiere seguir apostando por la eólica, cuando apenas le falta un empujón en forma de unos mínimos incentivos para asegurar que se hagan los MW necesarios para mantener con vida a la industria española mientras se sale de la crisis. O dejar de hacerlo y tirar por la borda el esfuerzo y la inversión de los últimos 20 años, lo que implicaría importar aerogeneradores cuando quisiéramos –de lo que no hay duda es que querremos- reactivar el sector para reducir la dependencia energética española. En cualquier caso, la decisión no debe retrasarse.

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