El viento y el agua provocan una fuerte caída de los precios del mercado eléctrico

22/07/2013

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Cualquier desviación, por mínima que sea, de las primas a las renovables se convierte de inmediato en noticia. Lo que no encuentra tanto hueco es la caída de los precios del mercado eléctrico como consecuencia de la entrada masiva de las renovables que, cuando se da, desplazan a tecnologías más caras, frenan las importaciones de combustibles fósiles y, en consecuencia, la transferencia de rentas al extranjero.

De hecho, el Real Decreto-Ley 9/2013, la norma que de la noche a la mañana ha acabado con el régimen especial y el modelo de primas, habla de la mayor pluviosidad y eolicidad de los primeros meses de este año en términos no del todo positivos. Incomprensible: con los precios actuales de los combustibles fósiles, ¿no debería ser una buena noticia que un país genere el 50% de la electricidad con sus propias energías autóctonas y renovables?

La liquidación 5 del sector eléctrico (que recoge los datos hasta mayo) que la Comisión Nacional de la Energía publicó la semana pasada recoge una desviación de 600 millones de euros –un 15,6%– en las primas al Régimen Especial sobre lo inicialmente previsto. Lo que no dice es que el precio medio del mercado eléctrico en el mismo periodo ha sido un 29,3% más bajo, lo que supone un ahorro de 1.225 millones de euros. (Según OMIE, el precio medio hasta mayo ha sido de 36,16 €/ MWh, frente a los 51,19 €/MWh previstos en la Orden IET/221/2013).

Es decir, que 600 millones más de primas por el viento, el agua y otras renovables han permitido en gran medida un ahorro de 1.225 millones en el mercado eléctrico. O, lo que es lo mismo, para el consumidor español (y especialmente para la industria) la mayor producción renovable ha supuesto un ahorro en sus costes de electricidad.

Pero el sistema de primas está a punto de desaparecer precisamente como resultado de ese Real Decreto-Ley 9/2013. Como consecuencia, el sector eólico tendrá serias dificultades económicas (aún hay demasiadas incógnitas para calcular el coste exacto pero, previsiblemente, será muy alto). Habrá que ver qué ocurre la próxima vez que el viento y el agua acudan a la Península en masa, como estos últimos meses. ¿Será el impacto igual de beneficioso para el consumidor español?

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